La información errónea que por todos los canales llega a los ciudadanos les hace considerar un derecho el ser curado, cuando en las manos del médico sólo está la posibilidad de una atención sanitaria de calidad porque la vida y la muerte siempre estarán por encima del ser humano
El paciente actual está integrado en una sociedad que “exige de modo casi obligatorio un erróneo derecho a ser curado y no a ser atendido correctamente”, afirma el doctor Angel Hernández Gil, jefe de servicio de Clínica Forense del Instituto de Medicina Legal y coordinador de un curso sobre responsabilidad profesional organizado por el Colegio de Médicos de Jaén.
A esta situación de exigencia conduce, entre otros factores, la información errónea que a diario es trasladada desde los medios de comunicación o incluso a través de series de televisión que, a pesar de tratarse de historias de ficción transmiten a la sociedad una imagen que dista en muchos casos de la realidad, tal como ha denunciado en repetidas ocasiones el Consejo General de Colegios de Médicos.
Esta sería una de las posibles causas del incremento en el número de agresiones a médicos, aunque no el único. “Entre las múltiples causas que motivan este incremento de las denuncias –señala Hernández Gil- quizás la principal sea la práctica de una medicina cada día más despersonalizada, fundamentalmente en el ámbito hospitalario, en la que el paciente se queja en sus denuncias, casi de modo constante, de falta de información por parte del facultativo”.
Tampoco se pueden olvidar otros aspectos como “la masificación asistencial, el escaso tiempo de que dispone el médico para atender al paciente, o la siempre debatida utilización por parte de
El porcentaje de denuncias contra médicos es mínimo
Aunque se está hablando mucho del aumento en el número de denuncias contra médicos, en términos globales el porcentaje de denuncias sigue siendo mínimo, tal como explica en la entrevista concedida al periódico del Colegio de Médicos de Jaén: “si relacionamos en términos absolutos el número de denuncias judiciales por presunta imprudencia médica con el número de asistencias médicas realizadas, podemos concluir que la proporción existente es ínfima”. Lo que sí se evidencia es un incremento progresivo en el número de reclamaciones judiciales, penales y civiles, durante los últimos años.
Desde un punto de vista médico legal, Hernández Gil entiende que es “necesario trasladar al colectivo médico que los tribunales de justicia, a la hora de valorar la corrección o no de una actuación médica, prestan especial atención al cumplimiento de los protocolos o guías de actuación médica”. En este sentido, la disparidad de declaraciones entre denunciantes y denunciados se resuelven mayoritariamente con el contenido de la historia clínica.
Por todo ello, Hernández Gil concluye que “el mejor método de prevención ante las denuncias médicas consiste en el cumplimiento de protocolos médicos actualizados, en una buena historia clínica y la realización de un correcto consentimiento informado. Si a ello le unimos una buena relación médico-paciente, incidiendo en la información de posibles complicaciones o riesgos típicos, la tranquilidad jurídica del médico está asegurada”.